Ryan sentía que iba a estallar de la rabia. ¿Cómo se atrevía Christopher a entrar en su oficina así? ¿Sin tocar? ¿Sin pedir permiso? Quiso sacarlo a patadas de ahí para seguir con lo que estaba haciendo, pero Julie salió apresurada sin darle tiempo a nada. Mientras tanto, Christopher se lanzó al sofá de la oficina con una sonrisa en el rostro.
—El correcto Ryan Campbell teniendo sexo en su oficina. Que ironía de la vida —exclamó burlesco.
—¡No estaba teniendo sexo en mi oficina imbécil! —respondió Ryan de inmediato.
—No… solo le estabas explorando la garganta a la pobre Julie. Y si no hubiera llegada también le hubieras explorado todo el maldito sexo reproductivo —escupiò Langley con burla y Ryan le lanzó una caja de lápices furioso.
—¡Si! Seguramente, si no hubieras interrumpido. ¿Qué quieres, maldición? ¿No pudiste tocar? —preguntó furioso mientras Christopher se ponía de pie y miraba toda la oficina con ojos inquisidores.
El otro escritorio, la camisa de Ryan tendida a un lado, y e