El líquido ámbar del whisky se tambaleaba en el cristal que Christopher sostenía en la mano. Tenía los músculos de la espalda contraídos, los ojos más oscuros de lo habitual y la mandíbula apretada. Había salido con Ryan a beber un trago porque se estaba volviendo loco pensando en Alisson y, como si el destino estuviera a su favor, la había encontrado a ella, precisamente en el Rex Club. Christopher siempre había sentido por Alisson un deseo incontrolable, dulce, pero en ese momento, verla con aquel vestido negro ajustado a sus curvas y con un peinado llamativo solo hacía crecer en él un deseo feroz, fuerte y tan caliente como el fuego mismo. Bebió un sorbo de whisky y arrugó las cejas, confundido.
—Se supone que está embarazada y está bebiendo como si nada —murmuró, apretando los dientes, y Ryan casi se ahoga con su bebida.
—¿Embarazada? ¿De verdad crees que si Alisson estuviera embarazada estaría aquí bebiendo como si nada? Definitivamente eres un idiota, Langley. Solo te dijo eso p