El sonido del motor era lo único que acompañaba a Axel en el silencio de la madrugada. La tormenta se había calmado, pero las gotas seguían golpeando el parabrisas de forma constante. Llevaba a Diana de regreso a casa, luego de convencerla, con paciencia y dulzura, de que no debía preocuparse por lo que había escuchado. Que todo iba a estar bien.Diana ya dormía en el asiento trasero. Su respiración era suave, tranquila. Axel mantenía una mano firme en el volante, aunque su mente no estaba del todo presente. Algo le daba vueltas en el pecho, una sensación rara. Una inquietud que no podía explicar.Entonces, el teléfono sonó.Era Darren.Un amigo de años, compañero de universidad y médico de urgencias en uno de los hospitales de la ciudad.—¿Darren? —contestó Axel de inmediato.—Axel… —la voz al otro lado sonaba tensa, cargada de gravedad—. No sé cómo decirte esto, pero… Carolina está en el hospital.Darren eso ya lo se de hecho acabo de verla - Murmuró .Axel no me estas entendiendo .
—Darren, necesito que esto quede entre nosotros. No le comentes a nadie sobre el accidente de Carolina. Además, organiza todos los trámites lo antes posible; en cuanto tengas todo listo, me llevaré a Carolina al extranjero.Darren frunció el ceño al recibir la orden, notándose la preocupación y urgencia en la voz de Axel. Tras un breve instante de tensión, el médico asintió con pesar, sabiendo que no había otra opción.—Entiendo, Axel. Haré lo que me pides —respondió con determinación, antes de volver a mirar a la sala donde yacía Carolina.Axel asintió lentamente y, sin apartar la vista del monitor que mostraba a Carolina, se giró y salió de la sala. Mientras caminaba por los pasillos fríos del hospital, su mente se debatía entre el plan que estaba a punto de ejecutarse y el dolor silencioso que le embargaba.Al salir al vestíbulo, se encontró con Diana y Tyrone. La joven, apenas dormida, era sostenida suavemente por el señor Tyrone, quien parecía ser una presencia reconfortante en m
POV : Eliot Won Sentí cómo mi corazón se caía a pedazos cuando Carolina mencionó el divorcio. Era como si alguien hubiera metido la mano dentro de mi pecho y lo estuviera aplastando sin piedad. Simplemente no podía. No podía dejarla ir. Ella era mía… mía y de nadie más. No dejaría que Axel me la arrebatara, no después de todo lo que habíamos pasado. No después de haberla amado hasta romperme.Salí dando un portazo porque necesitaba aire, necesitaba espacio. Caminé sin rumbo por los pasillos del hospital, con la rabia ardiéndome en el pecho. No sabía si quería gritar, romper algo o volver corriendo a abrazarla y suplicarle que no me dejara. Y al final, cuando el torbellino de emociones empezó a calmarse un poco, supe lo que tenía que hacer.Volví.No podía permitir que esto terminara así.Abrí la puerta de su habitación con fuerza, esperando encontrarla en la cama, con los ojos llenos de lágrimas pero todavía ahí… todavía conmigo.Pero no había nadie.La cama estaba vacía. Las sábanas
POV : Tatiana Negrete Apenas Eliot cruzó la puerta y escuché cómo el rugido de su auto se perdía en la distancia, me desplomé en el sofá. Durante unos segundos fingí que seguía llorando, por si acaso algún criado curioso venía a husmear… pero cuando estuve completamente sola, cuando sentí que no había más ojos mirándome…Estallé en carcajadas.Una risa seca, aguda, descontrolada. Como una chispa que encendía una locura que llevaba demasiado tiempo conteniéndose. Me llevé una mano al pecho, apenas podía respirar de tanto reír. ¡Dios! Si Eliot supiera lo que había pasado en realidad… si supiera a qué vino a llorarme…—Sí, Eliot… anda, búscala —murmuré, riéndome como una lunática—. Búscala por toda la ciudad, por cada rincón… y cuando la encuentres, espero que sea su cadáver lo que arrastres de vuelta. Así podré escupirle encima con todo el desprecio que le tengo.Me puse de pie, con una sonrisa cruel pintada en los labios. Caminé lentamente por la sala, esquivando los pedazos del jarró
POV : Eliot Won Pasé toda la noche sentado en los escalones de su apartamento, sin moverme, sin dormir, esperando. Cada vez que escuchaba un auto acercarse, me ponía de pie de golpe, con la esperanza tonta de que fuera ella. Pero nunca era Carolina. Solo el silencio de la madrugada y el zumbido intermitente de los postes de luz que iluminaban la calle vacía.Mi cuerpo ya me pedía descanso, pero mi mente no se rendía. Algo no estaba bien. Lo sabía. Lo sentía como una punzada clavada justo en el centro del pecho.El cielo apenas empezaba a clarear cuando el pitido de mi celular me sobresaltó. No lo pensé. Ni siquiera miré quién llamaba. Simplemente contesté, como si cada segundo contara.—¿Carolina? —pregunté, con la voz rota de cansancio y ansiedad.—Señor —dijo la voz de mi asistente al otro lado, tensa, cortante—. Le tengo malas noticias. Acaban de informarme que su esposa… que la señora Carolina ha sufrido un accidente. El taxi en el que viajaba fue impactado por un camión. El cond
POV : Tercera Persona Eliot no podía moverse. Sus piernas temblaban, sus labios seguían murmurando palabras que ni él mismo comprendía. Finalmente, con el alma desgarrada, se acercó al cuerpo que yacía frío sobre la camilla. No le importó la sangre ni el desorden del rostro. No le importó que el aire en la sala fuera helado. Solo sabía que la mujer que amaba estaba allí… o eso creía.Se inclinó lentamente, y con las manos temblorosas, rodeó el cuerpo con sus brazos. Hundió el rostro en el pecho de Carolina, como si así pudiera traerla de vuelta, como si abrazándola pudiera borrar todo. Las lágrimas caían sin cesar, mojando la tela blanca que la cubría.—Perdóname… —susurró entre sollozos—. Perdóname por no estar cuando más me necesitabas… por no protegerte… por dejarte sola.Acarició el rostro de la mujer, aun sabiendo que ese rostro ya no podía sentir. Besó su frente con una devoción dolorosa, como si pudiera transferirle vida otra vez. Se quedó así durante minutos, tal vez horas, a
El avión aterrizó suavemente en la pista privada rodeada de prados infinitos. El paisaje era de un verde intenso, salpicado de flores silvestres que se me mecían con la brisa suave. Más allá, entre árboles altos y antiguos, se alzaba una mansión de piedra blanca, majestuosa y silenciosa, como salida de otro tiempo.Axel descendió del avión primero, ajustándose el saco con movimientos calculados. Luego bajó la enfermera Carmen, sosteniendo con delicadeza los documentos médicos de Carolina. Diana, aún adormilada, caminaba de la mano de su padre, aferrando su manta contra el pecho.Por último, un grupo de hombres bajó cuidadosamente la camilla en la que Carolina yacía, inmóvil, bajo una manta ligera.Sin perder tiempo, todos avanzaron por el camino de piedras que conducía a la entrada principal de la mansión. La gran puerta de roble se abrió de inmediato, como si hubieran estado esperando su llegada. Dentro, el ambiente era cálido y acogedor: techos altos, paredes cubiertas de tapices an
El sol ya se había ocultado detrás de los árboles cuando una camioneta oscura cruzó el largo camino de piedra que llevaba a la mansión.Las luces del vehículo cortaban la neblina del atardecer, iluminando brevemente los campos verdes que rodeaban la propiedad.Axel, que estaba sentado en la sala principal junto a Diana, se levantó de inmediato al escuchar el motor.Le dio una última mirada a su hija, que jugaba tranquilamente en el suelo con unas muñecas, y salió al vestíbulo.La puerta principal se abrió, dejando entrar el aire fresco de la noche y la figura alta y delgada de Darren .Vestía ropa sencilla: pantalones oscuros, una chaqueta ligera y una gorra que apenas dejaba ver su rostro.Venía cargando una maleta médica en una mano, y su expresión era seria.Axel lo observó unos segundos en silencio, con los brazos cruzados.—Tardaste más de lo que esperaba —dijo finalmente, en tono bajo pero firme—. ¿Te aseguraste de que nadie supiera a dónde ibas?Darren asintió de inmediato, dej