El sonido del motor era lo único que acompañaba a Axel en el silencio de la madrugada. La tormenta se había calmado, pero las gotas seguían golpeando el parabrisas de forma constante. Llevaba a Diana de regreso a casa, luego de convencerla, con paciencia y dulzura, de que no debía preocuparse por lo que había escuchado. Que todo iba a estar bien.
Diana ya dormía en el asiento trasero. Su respiración era suave, tranquila. Axel mantenía una mano firme en el volante, aunque su mente no estaba del todo presente. Algo le daba vueltas en el pecho, una sensación rara. Una inquietud que no podía explicar.
Entonces, el teléfono sonó.
Era Darren.
Un amigo de años, compañero de universidad y médico de urgencias en uno de los hospitales de la ciudad.
—¿Darren? —contestó Axel de inmediato.
—Axel… —la voz al otro lado sonaba tensa, cargada de gravedad—. No sé cómo decirte esto, pero… Carolina está en el hospital.
Darren eso ya lo se de hecho acabo de verla - Murmuró .
Axel no me estas entendiendo .