POV : Carolina Langford
El aroma del ajo dorado en aceite se mezclaba con el de las hierbas frescas que Eliot acababa de picar. Lo observaba en silencio desde el marco de la puerta, con los brazos cruzados, mientras él se movía con soltura por la pequeña cocina, como si ese espacio fuera una extensión natural de su cuerpo. De vez en cuando, giraba la cabeza hacia mí. No decía nada, pero sus ojos, suaves y oscuros, me dedicaban una mirada que me desarmaba por completo. En cada gesto, en cada vuelta de cuchara, había una ternura silenciosa que me hacía sentir, por un momento, a salvo del mundo.
Nos sentamos a comer en la pequeña mesa del comedor, casi en silencio, compartiendo una intimidad que no necesitaba palabras. La luz cálida de la lámpara colgante caía sobre los platos humeantes. Estaba a punto de decir algo—cuando un estruendo feroz hizo temblar la puerta.
—¡Carolina! ¡Sal ahora de ahí o tiraré la puerta abajo! —rugió una voz que conocía demasiado bien.
Mi cuerpo se tensó, el t