—Así es —solté, con la voz temblorosa, pero firme—. Lo sé todo, Axel.

Vi cómo sus ojos se entrecerraban, cómo su cuerpo se tensaba por completo. El silencio entre nosotros era tan denso que casi podía tocarlo.

—Incluso… —tragué saliva— incluso sospecho que esos padres que pusiste frente a mí… ni siquiera son reales. ¡Actores! ¡Eso es lo que son!

Sus pupilas se dilataron. Vi el miedo disfrazado de rabia en su rostro. Pero no me detuve.

—Darren me lo dijo todo. Tus planes absurdos, tus mentiras, tu forma enferma de querer controlarme… ¡todo! —mi voz se quebró—. Al principio quise creer en ti. Te juro que lo intenté. Me aferré a cada palabra tuya como si fueran verdad. Me convencí de que, tal vez, me querías de verdad…

Bajé la mirada por un instante, tragándome las lágrimas que ardían en mi garganta.

—Pero me decepcionaste. De la peor manera. No solo me mentiste… me borraste. Me arrancaste de mí misma. Y eso… eso no te lo voy a perdonar nunca.

Lo miré de nuevo, con el corazón desgarrado.