Cuando Carolina se marchó . Apenas la escuché cerrar la puerta de la oficina , me levanté como si el aire se hubiese vuelto pesado, asfixiante. Sentí las manos temblorosas. Todo dentro de mí era un caos. Carolina se estaba acercando demasiado a la verdad. A mi verdad. Y yo no tenía tiempo. No tenía margen para más errores.
Caminé por la sala como un león enjaulado, con el corazón golpeando tan fuerte que dolía. Saqué el celular del bolsillo, busqué su nombre con desesperación y marqué.
—Contesta… contesta maldita sea…
Al segundo timbre, la voz de Darren respondió con tono seco.
—¿Qué pasó?
—Todo se está saliendo de control —dije sin respirar—. Carolina quiere conocer a mi familia. Está empezando a sospechar. Si sigue así va a recordar. ¡Y no puedo permitirlo!
Hubo un silencio tenso al otro lado de la línea. Luego su voz estalló, fuerte y clara.
—¿¡Estás loco!? ¡Te dije que forzar la cirugía podía tener consecuencias irreversibles!
—No me importa —le grité—. ¡Hazla ya! No puedo seguir