Cap. 41: Un admirador que viaja de Chicago a New York.
Unos días después, María Elena estaba disfrutando de su tarde en el club, tomando el sol junto a la piscina en su elegante traje de baño. Era un conjunto sencillo, pero destacaba cada detalle de su esbelta figura. Reclinada en la tumbona, con las gafas oscuras cubriéndole los ojos, se sentía completamente en paz, dejando de lado los problemas y concentrándose en aquel instante de tranquilidad.
De repente, una sombra cubrió el sol, y al alzar la vista se encontró con Anthony Lennox. Vestido con una camiseta que acentuaba sus hombros anchos y unos jeans ajustados, el hombre irradiaba una confianza tan atrayente como desconcertante. Él la observaba con una sonrisa lenta y seductora, claramente dirigida solo a ella.
María Elena mantuvo la compostura, deslizándose un poco las gafas hacia abajo para mirarlo con una mezcla de sorpresa fingida y desafío.
—¿Anthony? —dijo en tono casual, aunque su corazón latía con fuerza—. ¿Me estás acosando?
Él soltó una risa profunda y agradable, acercándos