Cap. 31: Entrega total.
En ese momento, Mike apartó a Lucía bruscamente, mirándola con frialdad.
—No vuelvas a hacer eso, Lucía —advirtió, con voz firme y contenida—. Estoy casado, y lo sabes muy bien.
Lucía, sorprendida por su reacción, intentó mantener su compostura, pero él ya se había girado, ignorándola por completo.
De repente, escuchó risas y murmullos que resonaban desde el salón. Al girarse, vio a Stella en el suelo, cubierta de restos de pastelillos y rodeada de invitados que no ocultaban sus burlas. La furia se apoderó de él al ver el rostro humillado de su esposa, y sin dudarlo, Mike se abrió paso rápidamente entre la multitud, directo hacia ella.
Al llegar junto a Stella, extendió una mano para ayudarla a levantarse, pero ella, con el rostro encendido de vergüenza y dolor, lo miró con una mezcla de orgullo herido y rabia contenida.
—No necesito tu ayuda —dijo en voz baja, apartando su mano. Se levantó por sí misma, sacudiendo los restos de pastel de su vestido mientras trataba de mantener la dig