Melisa se descubrió atada en un asilla, pero su cerebro no le permitió pensar en ello o en que Andrea la había engañado, el miedo era mucho mayor y su cabeza solo pensaba en lo que sus ojos le mostraban.
— Tu. — dijo como si con esa misera palabra se le fuera el alma. — Es imposible, estas muerto. — aseguro temblando, aunque la soga estaba tan apretada a su alrededor que poco pudo moverse su cuerpo.
— Eso… — dijo Yong mostrando una sonrisa casi siniestra. — Creo que tu mejor que nadie sabe que siempre se puede declarar muerta a una persona, aun si no hay cuerpo, es lo que hiciste con mi cuñada ¿no? — las palabras de Yong chocaron el entendimiento en Melisa, y la última conversación que tuvo con Andrea en el avión llego a ella.
— No, esto no puede ser. — murmuró casi perdiendo la cordura ante su realidad, bajo la atenta mirada del jefe del clan, quien la veía como sí fuese mierda.
— Mi esposa. — dijo Suh-Hee, solo para que le quedara claro a esa mujer que tanto la había cagado. — Realm