Salvatore Mancini
Han pasado unos días desde la cena con Giulia, donde terminó borracha por la cantidad de vino que se había permitido beber.
La mañana siguiente despertó con una resaca que la mantuvo durmiendo todo el día, ya que según ella, estaba demasiado cansada para mantenerse de pie.
Aun no me cuadraba del todo las palabras que había dicho Giulia, me habían quedado rondando en mi mente. No sé a qué se refería con que ella me iba a gustar, o que Giulia no era así. Ella hablaba de sí misma como si no fuera ella, como si fuera una impostora, o la persona equivocada.
Giulia ha salido un par de veces junto a su equipo de seguridad, yo por mi parte pasaba medio tiempo en el penthouse y otro medio tiempo en los almacenes o el club para controlar las finanzas del negocio.
Como Giulia lo había sugerido, puse a cargo a Matteo del club Paraíso y dentro de tres días más íbamos a inaugurar el local. Confiaba ciegamente en Matteo y sabía que haría un gran trabajo en el club.
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