LA MANIPULACIÓN DE ADRIANA

Capítulo 3

Santiago la invitó a almorzar en su restaurante favorito. Ese que compartieron tantas veces, entre risas y cafés largos. Desde la noche de su cumpleaños, había notado algo en Camila. Estaba diferente, Más callada y alejada, la extrañaba más de lo que podia admitir.

—Últimamente no pareces tú —dijo, removiendo el azúcar en su café con una lentitud innecesaria—. ¿Te pasa algo?

Camila lo miró. Le costaba mantener la compostura cuando todo en ella quería gritarle que lo amaba. 

—Creo que es lo mejor —dijo sin rodeos—. Tú vas a casarte con Adriana, y yo necesito espacio. Nuestra amistad no puede seguir siendo prioridad.

Santiago la miró como sin entender, le dolió eso, porque siempre supo que era la prioridad de Camila.

—Pero seguimos siendo amigos… ¿verdad?

Ella sonrió forzada intenta aparentar la cordura que ya no tenía.

—Claro, solo que ahora sera desde lejos —Ella suspiro —Me voy a Europa después de la boda. Me dieron una beca, Es una gran oportunidad.

Santiago dejó de moverse. La cucharilla quedó suspendida entre el aire y la taza.

—¿Te vas...? —repitió, con los ojos abiertos por la sorpresa.

Camila asintió, No era impulsiva, y él lo sabía. Cada paso en su vida había sido medido, calculado, pero esta vez necesitaba huir.

Al volver a casa, Camila notó algo raro en Adriana. Estaba nerviosa, inquieta,s demasiado concentrada en su celular. Decidió seguirla. Su intuición le gritaba que algo no iba bien.

Condujo a una zona apartada, fuera de la ciudad. Una cabaña aislada.

—¿Qué haces aquí? —gritó, saliendo de su coche e interceptando a su hermana antes de que entrara—. ¡Te dije que no lo vieras más!

Adriana tragó saliva, asustada.

—No podía evitarlo, Se enteró de la boda. Está furioso, tengo miedo de que le haga algo a Santiago.

Camila sintió que el mundo se le volvía hielo. Santiago no podía pagar por los errores de Adriana, nunca.

La cabaña estaba silenciosa. Camila le dijo que ella entraría, que hablaría por las dos, Adriana se acerco detrás de ella, asomándose por la ventana con el celular en la mano para grabar.

Abrió la puerta.

Y antes de decir palabra, Luciano la sujetó con fuerza, confundiéndola y Besándola.

—Dime que no es cierto... Dime que no te casas —murmuró, desesperado.

Camila lo empujó con fuerza. Le golpeó la cara con una cachetada 

—¡¿Qué te pasa, idiota?! ¡Soy Camila!

Luciano retrocedió, confundido, hasta que vio su rostro. El gesto cambió de sorpresa a rabia.

—¿Qué haces aquí? ¡Quiero hablar con Adriana! ¿Dónde está?

—Lo de ustedes se acabó —dijo Camila con firmeza, aunque las manos le temblaban—. Solo vine a pedirte que la dejes en paz.

Luciano no respondió. Sacó un periódico doblado de su chaqueta y lo movio en su cara

—¿Qué significa esto?

Era la noticia del compromiso entre Adriana y Santiago, En primera plana.

La puerta se abrió de golpe.

—Camila, déjame esto a mí —dijo Adriana, con los ojos brillando de lágrimas—. Gracias, hermanita.

Camila la miró, dudando, Luego asintió y salió de la cabaña, dispuesta a darle una última oportunidad para arreglar el desastre.

Adriana corrió a los brazos de Luciano como si no hubiera un mañana. Él la sostuvo por la cintura, la levantó con deseo, y la dejó sobre la mesa. Sus labios, sus manos, su piel, Todo era caos y pasión descontrolada.

—Eres mía —le susurró él, besándola con ansiedad—. ¿Lo entiendes, mi amor?

—Mi hermana me quiere lejos de ti —lloriqueó Adriana—. Ella organizó la boda, me tiene contra la pared, pero yo te amo. A ti.

Mentía. Pero lo hacía tan bien que hasta parecía verdad.

Luciano se detuvo, respiraba agitado, el pecho subía y bajaba con fuerza.

—Voy a dejar el negocio. Hablaré con tu padre. Sé que me va a rechazar, pero no me importa. Si tú me amas, nos vamos juntos. Lejos de todo.

Adriana se levantó de golpe, bajándose la falda, acomodándose la blusa.

—No es el momento —dijo, con la voz suave—. Mi papá está en plena campaña. Santiago... es una fachada, nada más. Prometo retrasar la boda unos meses. ¿Te parece?

Luciano la observó, buscando una razón para callar, era un hombre que no se escondia, Pero asintió.

—Está bien, Solo unos meses.

Ella sonrió, le acarició el rostro y lo besó.

Y al salir de la cabaña, se abrazó a su hermana.

—Ya todo terminó —mintió con dulzura—. Y quiero que mi boda con Santiago sea en dos semanas.

Adriana que se dio cuenta que para Luciano su relación con ella no era una aventura, decidió que debía acelerar la boda, sabiendo lo que podía pasar, decidió entregar una de las bodegas de Luciano a la policía, si lo metían preso, podría casarse con Santiago al que estaba convenciendo de irse del país.

La mujer quería mover sus armas, usar lo que fuera necesario para salir del problema en el que se había metido y su hermana podía ser una ficha en el ajedrez.

Luego de dos semanas....

Todos organizaban la boda, pero esa noche era especial para Rodolfo que en la fiesta de ensayo de la boda levantó su copa.

—Esta noche, Luciano Ferrer y su banda de criminales serán apresados, siempre se sale con la suya, porque no hay pruebas que lo involucren pero alguien nos dio información de una bodega y ahí terminará esto.

Camila miro a Adriana que mantenía el mentón tenso, algo le decía que había sido su hermana, pero solo suspiro y pensó que había sido un problema menos.

Luciano logro escapar, pero a su amigo no le fue también Vicente fue detenido, furioso, busco a Adriana en casa, entro por la ventana hasta sus habitación, enojado vio el vestido de novia blanco.

Cuando ella entró a la habitación, el se abalanzo contra ella y la tomó del cuello

—¿Que significa esto? Me dijiste que no abría boda.

—Mi amor, escúchame ... —Ella le dio una caricia en la mejilla —Tengo que hacerlo, mi hermana presionó a mis padres para adelantar la boda.

—Nos vamos hoy mismo —el intento llevársela pero ella lo detuvo —Mañana, toda la seguridad está distraída.

—Dime algo ¿Tu diste información a tu padre sobre la bodega del sur?

—Jamas te traicionaria, pero creo que fue .. Camila —Adriana empezó a mentir para salvarse —Llevaba días siguiendome , quizás me vio.

Luciano le dio un golpe a la pared furioso 

—Dile a tu hermana que sere su peor enemigo por siempre.

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