—¿Avisaron a la policía? —De inmediato, Gabriel preguntó con deseos de someterlo por atreverse a tocar a una mujer.
—Sí. La policía, unas cuadras más adelante, espera por él.
—Bien. Ese hombre no me inspira confianza.
—Hace unos días lo observó y en su rostro solo encuentro maldad, señor. Qué bueno que llegamos en el momento oportuno y no le dimos tiempo a hacerle daño a la señorita Laura.
—No entiendo por qué estaba tan expuesta sola y aquí afuera.
En ese momento Marcos (el chofer de Gabriel). Observó que habían llegado las provisiones solicitadas en la mañana.
—Imagino que había salido a recibir el pedido para ayudar a la señora Sara. Ella es muy buena. —terminó con una sonrisa.
A Gabriel le llamó la atención el rostro de bobo que había puesto su chofer al dirigirse hacia Laura y aunque era la primera vez que lo veía, no le gustó para nada.
—Encárgate de recibir las provisiones para que ella no vuelva a salir y quiero más escoltas en este lugar de la casa.
—Sí, señor.
Al entrar a la