Por Alberto
Odio a Vivián, arruinó mi noche, no la noche de Vifrut, sino la mía, la personal, la verdadera, la que vale.
Ella lo sabía, de laguna manera se entera de todos mis planes.
Tengo que reunirme con mi gente de seguridad, alguien está hablando con ella.
O me sigue espiando.
Pero esta vez no había comprado la sortija, me la había dado mi madre.
¿Alguien más, en Mendoza, se pudo enterar?
Estaba paranoico, aunque de algo estaba seguro, la presencia de Vivián no era casualidad.
Sin decirle a mi personal dónde me dirigía, fui hasta la casa de Alice, ella no estaba y yo decidí esperarla.
Luego de dos horas de estar allí, ella llegó, con ropa informal y un poco amplia, posiblemente sea ropa de Victoria, o de Mirta, aunque Mirta se había quedado en el evento y se fue con Elisa.
Alice no quería hablar conmigo, para ella era tarde.
¿Eli no le mandó mi discurso en el escenario?
¿Tampoco le mandó cómo discutió con Vivián?
Eso es raro, porque mi cuñadita estaba muy orgullosa de sus palabra