Ahora comprendo cómo se sienten las moscas cuando caen en la telaraña; no hay salida. Nuevamente, hago algo que me mete en problemas, porque si nos hubiésemos quedado en el hotel, quizás esto no habría pasado.
‘No, sería peor. Encontrarnos en un hotel, la habría hecho enojar.’ Me digo mentalmente.— ¿Cómo podremos marcharnos? Ni siquiera con lo hábil que es Arnold ha podido detener a esa desquiciada mujer. — pregunto preocupada.— Señora Krick, confíe en el señor y…— ¡¿Cómo puedo confiar si gracias a él estoy en estos problemas?! — grito y de inmediato comienzan a disparar en nuestra dirección, justo donde el hombre negro iba a llevarme.Marcus, cubre mi boca y me observa con enojo, es evidente que mi ataque de pánico demostrado con los gritos ha hecho que todos conozcan nuestra