Arnold continúa molestándome durante todo el día y la mujer que trajo con él toca tantas veces la puerta que no sé quién es el más insoportable. Pero, por mucho que quiera comprar este avión y lanzarlos sin paracaídas a todos de aquí, no es posible.
‘Que terrible, la parte divertida no es posible.’ Me digo mentalmente con molestia.Se supone que cuando uno hace lo mismo, las personas se aburren, pero, en Arnold no pasa eso, porque el hombre no solo continúa reclamándome de la infidelidad y como hice lo que me dio la gana al no poder él encontrarme, aunque yo no le prestó atención.‘Es una maldita tortura auditiva.’ Me digo mentalmente.— Arnold, estamos por llegar a Estados Unidos, podemos desviarnos un poco e ir a Canadá. Aún tenemos tiempo. — dice Jessica con insistencia.— Te dije que no voy a ir.