Arnold no me molesta durante el viaje, sus empleados, solo se encargan de la seguridad del lugar, porque quienes me bajan del auto y me suben al avión, son unas personas con uniforme del hospital.
Con profesionalismo, revisan mis signos vitales y lo monitorean durante todo el viaje al igual que mi hijo al que no le quito la vista aunque ellos me aseguran que están protegiendo al bebé.Alguien toca a la puerta y yo tensiono mi cuerpo, porque sé que no es posible que la dicha de tener tranquilidad en medio de la tormenta pueda durar tanto.— Te he dejado descansar. — dice Arnold apenas abre la puerta, porque él no espera que permitan su acceso.— Arnold…— Estoy agotada.— No lo creo, es solo que no quieres hablar conmigo. Es eso. — dice Arnold.— Sí, también es eso. No tengo deseo de hablar contigo, Arnold.El hombre ni siquiera toma en cuenta lo q