Arnold se marcha como si realmente hubiese sido incriminado, mientras yo lloro por el dolor que siento en mi cuerpo y la ropa que yace en el suelo porque alguien decidió destruir lo que es mío.
Mi bebé llora y yo lo calmo hasta que se duerme, pero, el dolor en mi cuerpo no es fácil de tratar y por eso, me acuesto notando que he ensuciado a mi bebé con sangre, una sangre que parece provenir de mis manos y no por las heridas que le causé al animal que se cree mi dueño.‘Este hombre… ojalá desaparezca de mi vida.’ Me digo mentalmente.Ni siquiera se ha cerrado la puerta completamente cuando Arnold viene con alguien uniformado y me señala con su arma.— ¿Qué vas a hacer ahora? ¿Acaso vas a matarme? — pregunto enojada.— No, señora Krick, vine a curar sus heridas.— Estoy bien.— Si no se trata, se infectará