El rostro de Abigail mostró al menos unas cuatro emociones al mismo tiempo luego de que él dijera eso.

Era cierto que su corazón latía cada vez que lo veía, cada vez que escuchaba su voz, cada vez que lo tenía enfrente… pero esa propuesta, esa propuesta no era nada de lo que ella quería escuchar.

Lentamente retiró la mano de la silla mostrando su desequilibrio luego de esas palabras.

—¿Qué fue lo que dijiste Rafael? —él la miró de arriba a abajo, su mirada se tornó oscura.

—Lo que escuchaste Abigail, la única manera de sacar toda la rabia que tengo acumulada es con sexo. Y que mejor que tú que eres la culpable. Adicional seamos sinceros sigues siendo una mujer atractiva que despierta los deseos más profundos en cualquier hombre.

—¿Te estás escuchando Rafael? —ella lo interrumpió.

—Sí, por supuesto que me estoy escuchando. Adicional, por lo que veo necesitas dinero, y yo puedo ayudarte con eso. Te pagaría por cada noche que me brindes —él denotó con descaro.

—No sé qué clase de