74. La otra cara del amor
—¿Qué carajos le dijiste? —escupí al cerrar la puerta tras de mí, sintiendo la rabia acumulándose en mis venas.
Fabiana me miró con arrogancia, con esa mueca de falsa inocencia que tanto me molestaba. Sabía lo que había hecho, y aún así tenía el descaro de sostenerme la mirada.
—Solo la verdad.
Su tono fue un desafío directo. Di un paso al frente, invadiendo su espacio, sintiendo cómo mi mandíbula se tensaba.
—No juegues conmigo —le advertí en un tono bajo, pero cargado de amenaza—. Sabes bien lo que me hiciste.
Ella rió con burla, como si yo fuera el hombre más ingenuo del mundo.
—¿Lo que yo te hice? No, amor. Tú me hiciste esto a mí.
El descaro me encendió la sangre.
—Voy a dejarte en la calle —solté entre dientes, sintiendo la ira acumulándose en mis puños—. Se acabó el dinero. Se acabó todo.
Fabiana reaccionó de inmediato. Su rostro se desfiguró en una mezcla de rabia y miedo mientras golpeaba mi pecho con ambas manos.
—¡No puedes hacerme esto! —chilló, sin importarle que la bebé