Revisaba los documentos con la concentración reservada para los momentos clave. Si quería que mi plan de diversificación funcionara, todo debía estar estructurado a la perfección. El rubro de autopartes no era solo una vía para obtener liquidez; era mi jugada para asegurar contratos constantes y reducir la dependencia de proyectos gigantes que tardaban meses en cerrarse.
El sonido de la puerta interrumpió mis pensamientos. Firenze entró con unos informes en la mano, y antes de que pudiera decir algo, la invité a sentarse.
—¿Estás ocupada?
—Siempre —respondió con una sonrisa ligera—, pero me gusta pensar que siempre tengo tiempo para ti.
Su respuesta me arrancó una sonrisa. Había algo en la forma en que lo decía, algo en cómo su presencia parecía encajar con lo que necesitaba sin siquiera proponérselo.
Aproveché la oportunidad para explicarle mi idea. Firenze escuchó con atención, asintiendo en los momentos adecuados, pero lo que dijo al final me tomó por sorpresa.
—¿Has considerado in