La rutina había vuelto a atraparme. Entre el caos en la empresa y mis esfuerzos por mantener mi relación con Grace, apenas podía respirar. Decidí no confrontarla sobre las pastillas que encontré, para evitar que me reclamara por invadir su espacio, pero la duda me dejaba un sabor amargo.
El trabajo se convirtió en un refugio, aunque cargado de tensión. La reestructuración tras disolver la sociedad con Adam fue agotadora. En medio de todo, Lucy, mi asistente de finanzas, se convirtió en una pieza clave. Primero fue secretaria, gestionando mi agenda, y luego se especializó en áreas donde la necesitaba. Durante las largas horas de trabajo, nuestras conversaciones eran profesionales, pero algo en su manera de escuchar me hacía sentir menos solo. Llegué a verla como una aprendiz, sin las distracciones de una relación más íntima.
—Tony, si reorganizamos este presupuesto, podemos cubrir la salida de Adam sin comprometer los proyectos clave. Solo necesitamos ajustar algunos gastos de marketin