Reino del Oeste

La noticia de que su alteza real, el príncipe Emmett seguía con vida y volvía a casa, fue algo que emocionó a todos, especialmente a su hermano mayor, pues había temido lo peor, sin embargo, la noticia de que no viajaba totalmente solo, fue algo que le inquietaba.

Tan pronto como Emmett puso un pie en el palacio, fue requerido ante la presencia de su majestad, tenía cierta incertidumbre, porque aún no sabía cómo le comunicaría lo de Eleanor. Estaba consciente de que no sería especialmente fácil, sobre todo sabiendo la misión que tenía encomendada, pero mantenía una pequeña esperanza de que Astor fuera comprensivo.

—Hermano — dijo el mayor en cuanto le vio, esta vez, Emmett no se arrodillo, fue directamente hacía él tendiéndole la mano. Astor sonrió y lo acercó a él, para darle un fuerte abrazo — Estoy tan feliz de verte, han sido días de total incertidumbre por no saber de ti.

—Perdóname por preocuparte, hermano. Han pasado demasiadas cosas en este tiempo.

—Ya tendrás tiempo para contarme todo… — le dijo y lo animó a sentarse sobre una de las sillas. — Me han informado que no ha vuelto solo.

—Así es.

Emmett se levantó de su asiento y se arrodillo sobre una de sus piernas, bajó el rostro. Astor lo miró confundido, el cambio en sus modales fue algo extraño.

—Su majestad, solicito que me dé su permiso para casarme lo más pronto posible.

Astor no respondió, más porque creyó no escuchar bien, por lo que le ordenó a su hermano volver a repetirlo.

—Conocí a alguien en mi viaje hacia las tierras centrales, es alguien a quién quiero proteger y con quién deseo estar para siempre.

—¿De qué estás hablando Emmett?

—Me he enamorado, hermano.

Su majestad no daba crédito a lo que escuchaba, se levantó de su asiento y caminó intranquilo por la estancia, era la primera vez que su hermano le hablaba sobre sentimientos, en toda su vida nunca lo había mencionado y ahora desaparecía por un par de meses volviendo con este sentimiento, lo creyó hechizado, tal vez la mujer de la que decía haberse enamorado era una bruja poderosa, sí, eso debía ser, tenía que conocerla y arrancarle el corazón para poder liberar a su hermano menor.

—¿Dónde está ella? — preguntó Astor, pensando en si tendría tiempo para llamar a los guardias de afuera.

—Está lista para conocerte.

—Muy bien, hazla pasar.

Emmett sonrió, el que Astor pidiera conocerla era un buen augurio, así que se apresuró hacia la puerta, cuando la abrió, notó que Eleanor estaba sentada en un sofá aterciopelado, admirando todo a su alrededor.

—Eleanor, ven. — la llamó y la chica se levantó presurosa, parecía nerviosa — ¿Te lo haz puesto? — preguntó Emmett volteando a verle las muñecas.

—Sí, no me lo he quitado — contestó Eleanor, mientras le enseñaba en la muñeca izquierda un brazalete de oro con una inscripción en este.

—Bien, vamos.

***

Lo primero que Astor notó en ella fue su raza, una joven humana, era pequeña, parecía delicada, su cuerpo era delgado y aunque sus piernas parecían fuertes, su torso y brazos eran frágiles. Después deparó en su fisico, tenía el cutis moreno, cabello negro y sus ojos eran de un vibrante azul, tal vez su rasgo más resaltante. No podía percibir en ella ningún rastro de poder sobrenatural o hechicería. Era una simple y corriente humana.

Por su parte, tan pronto como Eleanor entró en aquella habitación, notó rápidamente la presencia de Astor, dándose cuenta lo diferente que era de Emmett, era mucho más alto y corpulento que este, por lo que parecía más imponente, también tenía el cabello largo, pero era totalmente negro, su tez era clara, tuvo que admitir que era tan apuesto como Emmett, que al igual que él, tenía los ojos de color dorado, aunque los de Astor eran incluso más claros. Sintió como la escudillaba de arriba hacia abajo, no pudo evitar sentir cierto miedo, y cuando por fin encontró su voz, habló.

—Mi nombre es Eleanor Massart, su majestad — se presentó y luego hizo una torpe reverencia.

Astor la miró por un segundo, no dijo nada y se volteó hacia Emmett.

—Es una humana.

Para Eleanor, su condición de “humana” nunca le había importando tanto como en ese momento, la manera en la que Astor se había expresado era una mezcla entre desagrado y superioridad, pensó que sería igual a Emmett, pero pronto se dio cuenta lo equivocada que estaba.

—Sí, Eleanor viene de las tierras centrales, hermano.

—Dile que nos deje solos.

A Eleanor no le gustó la manera en la que se refiriera hacia ella, como si no existiera, se preguntó si era porque Astor era el gobernante de aquel reino y así acostumbraba a tratar a todos o si sería por la diferencia de raza a la que pertenecía, cualquiera de las dos no le parecía la mejor razón. Emmett se acercó a ella y la llevó fuera del salón.

—Tranquila, todo saldrá bien. —le dijo tan pronto como estuvieron fuera, sus palabras le trajeron alivio a Eleanor, sin embargo, notó que él también estaba nervioso.

Se despidieron con una mirada y Emmett se metió de nuevo en la habitación cerrando tras de sí, Astor lo invitó a sentarse, pero él se negó, comprendió que estaba molesto.

—¿por qué te quieres casar con ella?

—Ya lo dije: la amo.

Las palabras de su hermano resonaron en la cabeza de Astor, no estaba acostumbrado a que seres tan poderosos como ellos, se rigieran por sentimentalismos, quería decírselo, pero sabía que por ese lado no iba a conseguir nada.

—Los humanos son la raza más débil, no entiendo la razón tras tu decisión de casarte con esa humana.

—Su nombre es Eleanor, hermano. Y no me importa si es débil, yo cuidaré de ella.

—Sus hijos serán híbridos… La sangre de nuestro padre se combinará con la de ella. No puedes estar hablando en serio.

—No me interesa la descendencia, soy un príncipe y cuando tu tengas a tus hijos, yo estaré muy lejos de llegar al trono. Astor… — le dijo y aquél se impresionó que le hablara de manera informal — Me voy a casar con ella.

—De ninguna manera, Emmett. Tienes que casarte con alguien de tu misma raza.

—No puedes prohibirme esto…

—¡Si que puedo! ¿Olvidas acaso quién soy? Soy tu emperador, príncipe Emmett. Y lo que yo diga, es ley.

Emmett quién nunca había desobedecido los deseos de Astor, aquello le pareció una sentencia, antes que todo, estaba su familia y el deber que tenía, durante toda su vida se había dedicado a ello sin chistar.

El silencio de su hermano menor, hizo pensar a Astor que le había hecho entrar en razón. Se comenzó a acercar a él para reconfortarlo, pero las siguientes palabras que Emmett pronunció lo dejaron helado.

—Entonces renunció a todo, su majestad. A mi título, a mis tierras, a mi familia… a ti. No quiero vivir de esta manera — dio una última reverencia y salió de la habitación sin esperar respuesta.

Una vez fuera, sin decir nada, tomó a Eleanor de la mano, ella solamente se dejó llevar. Después de algunas vueltas, llegaron a una habitación, exquisitamente decorada, Emmett le ordenó que se sentara en un silloncito al pie de la cama, ella obedeció sin decir nada, no era necesario preguntar cómo le había ido, era obvio que Astor no lo había aceptado. Pero ahora una pregunta se repetía en su mente continuamente: ¿Qué pasaría con ellos?

—Se ha negado, ¿verdad? —preguntó después de un tiempo, en un susurro casi inaudible, aunque para Emmett no fue problema escucharla. Un escalofrió le recorrió la espalda cuando él se volteó a verla, se notaba totalmente desilusionado, le dolió verle así.

—Eleanor, lo siento, yo… —no pudo continuar, no sabía como explicarle el giro que había dado la situación, ni siquiera él sabía que era lo siguiente que debía hacer, había algo de temor, renunciar, así como lo había hecho él, significaba la pena capital.

—Tranquilo, yo entiendo, sé que debo alejarme de ti.

Emmett abrió los ojos enormemente, se asustó ante la sola idea de perderla, así que se apresuró a su lado, la tomó de las manos y le pidió que lo viera.

—No, Eleanor. No dejaré que te alejes de mí.

—Debo hacerlo, tu hermano no va a querer…

—No me importa lo que quiera mi hermano, mi familia, o el reino entero. No voy a renunciar a ti, nos iremos muy lejos, podemos regresar con tu familia, viviremos como gente normal, nos casaremos, te quiero a mi lado, Eleanor.

—Emmett…

No la dejó hablar, la tomó por las mejillas y la besó, con eso habían sellado un pacto: jamás se alejarían uno del otro, estarían juntos por siempre, incluso si eso los condenaba.

**

Astor todavía no abandonaba la sala, se debatía internamente sobre lo que tenía que hacer, lo de Emmett era una falta grave, estaba seguro que él también lo sabía, que aquello solamente se podía castigar con la muerte.

“Imposible” gritó mentalmente, no podía matar a su hermano menor, eran familia, habían crecido juntos, era su persona de confianza, era su mejor amigo. “Maldita sea” se repitió, y concentró todo su rencor en la humana, si alguien tenía culpa, debía ser ella. Todo estaba perfecto antes de ella, aun no se creía que no fuera una bruja, porque para él no tenía sentido que Emmett abandonara absolutamente todo por una simple mujer. Debía deshacerse de ella.

Con esa idea en la mente, se dirigió con rapidez a la habitación de su hermano, no sabía como lo haría, usar sus propias manos o contratar a alguien para que lo hiciera, sería fácil, una frágil mujer rodeada de demonios, por supuesto que era cuestión de tiempo para que desapareciera.

Tocó un par de veces a la puerta, escuchó como adentro de la habitación se removían cosas.

—¿Quién es? — preguntó Emmett.

—Tenemos que hablar.

—No tengo nada de que hablar contigo, Astor. Mañana, a primera hora me voy de aquí.

—¿Qué?

Astor no pudo esperar más, giró la perilla y entró en la habitación, notó que sobre la cama descansaba una valija que comenzaba a llenarse de ropa, Emmett lo volteó a ver totalmente enfadado, volteó a todos lados buscando a la humana, pero no la vio, con el olfato percibió que tampoco se encontraba ahí, no le tomó importancia.

—¿Qué significa esto? — cuestionó, mientras apuntaba hacia la cama.

—Me voy.

—¿De qué rayos estás hablando, Emmett? Tu no te puedes ir… No estás pensando bien las cosas.

—Si que las pensé, si me voy de aquí podré ser feliz con Eleanor…

—¿En serio amas tanto a esa mujer como para dejar toda tu vida de lado? ¿Tu familia, tu hogar?

—Soy capaz de esto y mucho más. Por Eleanor soy capaz de abandonar todo y huir con ella.

—Tu mejor que nadie sabes lo que te ocurriría si huyes de aquí.

—¿Me estas amenazando?

—Nunca te haría daño, pero no me dejas otra opción…

Emmett no se podía creer que su hermano le estuviera diciendo esas cosas, por su vida no había problema, pero ¿Qué pasaría con Eleanor? Seguramente la abandonarían a su suerte, y ella no sobreviviría ni un solo día fuera del palacio, no podía pensar siquiera en la sola idea de que muriera.

—Te propongo un trato — le dijo Astor, temiendo que su hermano eligiera el camino riesgoso.

—¿Un trato? ¿De qué se trata? — le preguntó Emmett intrigado, “¿En serio había una salida de esto?” pensó.

—Quiero conocerla mejor, si en serio veo aptitudes en ella, dejaré que te cases.

—¿Hablas en serio, Astor?

—Sí, pero antes tengo que pedirte algo. — volteó a ver a su hermano y este se notaba serio, soltó un suspiro — en estos meses las negociaciones con el gobierno de Cherkyan han fracasado, mi ultima esperanza es que el matrimonio sea una ofrenda de paz, pues temo que pronto estalle una guerra. Necesito que cumplas la misión que te encomendé. A la humana la podrás tener como concubina, pero tu primera esposa será la hija del gobernante, Loretta Haikki.

Las palabras de su hermano se le repitieron, no quería que Eleanor fuera solamente una concubina, pero Astor no le estaba dando otra opción, era esto o negarse y por consiguiente morir, incluso si pudieran huir, sabía que nunca tendría una vida tranquila. Lo pensó un par de segundos, era claro lo que tenía que hacer.

—Esta bien, hermano. Aceptaré lo que me pidas.

—Perfecto, haré los preparativos para recibirla. Ella aun no es tu prometida, será tratada como una invitada en el palacio.

—Entiendo, solamente necesito pedirte algo y esto no lo diré como un miembro de la realeza, no, será de hermano a hermano, como familia.

El mayor lo miró extrañado, y asintió invitándolo a hablar.

—Si algo me pasara…

—Emmett, por favor no pienses en eso.

—Es necesario pensar en el peor de los casos, así que Astor prométeme que, si algo llegará a pasarme, cuidarás de Eleanor.

—Emmett…

El chico se acercó a él, y lo tomó del brazo, ambos hermanos se miraron.

—Promételo, solamente así podré hacer lo que me pides. No puedo pensar en que algo le pase, ella necesita ser protegida.

Derrotado y sabiendo que no tenía otra opción, Astor simplemente pudo asentir, después de todo era una promesa que le hacía a su hermano menor, no podía negarse.

—Te lo agradezco. Por favor tampoco le digas que me casaré, quiero que se entere por mí, hasta mi regreso se lo diré.

—Tranquilo, yo nunca le diré nada, ya tendrás tiempo para decírselo tú.

Emmett asintió e inmediatamente se arrodillo.

—Muchas gracias, su majestad.

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