Al día siguiente, tras el nacimiento del sol, Marjorie le pidió a Emmet que la acompañara a dar un paseo. Aquél no le pareció extraño, al menos no después de percibir que la mujer había comenzado a emanar una fuerza que no había dejado salir anteriormente, entonces descubrió que la humana en realidad era una sacerdotisa y todo aquello le pareció una ironía.
Cuando Marjorie notó que se habían alejado lo suficiente de la cabaña y de la vista de sus hijas, se enfrentó de nuevo a Emmett.
——Creo que va siendo el momento para que regreses a donde perteneces.
Él no le contestó con rapidez, se detuvo a admirar los cielos y pensó en la clase de relación que había tenido Marjorie con el padre de Eleanor, después de un rato, se decidió a hablar.
—¿No cree que los dioses se toman muchas atribuciones? Ellos gobiernas los cielos… — hizo una pausa y volteó a verle — y la tierra.
—No es nuestro deber juzgar a los dioses, pues como humanos…
—¿Humanos? — le sonrió irónicamente — usted sabe perfectamente que no pertenezco a esa raza, desde el primer momento en que me vio, lo supo, así como también ahora sé que no es una humana normal.
—Es mejor que te vayas…
Marjorie sintió como el labio inferior le temblaba, sentía la necesidad de salvaguardarse, pero debía ser fuerte si quería que el demonio frente a ella se fuera.
—Me llevaré a Eleanor…
—¡No lo permitiré! — vociferó con fuerza, aunque por dentro se moría de miedo.
Los ojos de Emmett brillaron al mandarle una mirada amenazadora, dejando a la mujer sin palabras.
—¿No nota que cada día que pasa se hace más débil? ¿cree que todos los que lleguen a su puerta serán tan buenos como yo?
—¿Me estás diciendo que ella estará más segura rodeada de los tuyos?
—Soy uno príncipe, nadie la tocará, yo la cuidaré…
—Ella es una simple humana…
—No mientas. — una pausa acompañada de una mirada gélida hizo que dejara de hablar, Marjorie ahora temía que la verdad acerca de Eleanor hubiese salido a la luz, ya no era solamente ella la que tenía que ocultarse.
—No sé de qué hablas.
—¿En serio? Sé que no vives alejada de la aldea para protegerlas, sino para proteger a los humanos, de Eleanor.
La impresión que causaron aquellas palabras hizo que Marjorie no pudiese hablar, buscó algo que la excusara, pero no pudo, pensó que el “hechizo” que ocultaba a Eleanor era funcional, tal vez era tal y como decía el hombre frente a ella, se había vuelto débil y eso era un problema, porque significaba que ya no podía seguir protegiendo a su hija, ni a los suyos.
—Ella no lo sabe… — confesó finalmente, con el semblante derrotado, pero aun preocupada.
—Debiste haberle enseñado acerca de sus poderes, para que al menos pudiese defenderse.
—No quiero esa vida para ella.
—Creo que ya te habrás dado cuenta que a estas alturas, eso ya no es negociable. Presiento que la razón por la que varios demonios han llegado bastante cerca de las aldeas humanas es por ella… Ya no es posible que la sigas ocultando.
—¿Qué quieres para Eleanor?
—Me quiero casar con tu hija.
Los ojos de Marjorie se abrieron con sorpresa, pensó en lo imposible de aquella proposición, pensó que Emmett le estaba bromeando, pero al notar que él se veía totalmente convencido y serio, se preocupó.
—Eres un heredero del reino del oeste, ella es…
—Sé lo que es y sé que será complicado, pero me he enamorado de ella y te habrás dado cuenta que ella también de mí.
—Son unos niños, no saben nada…
—No hablemos de edades, Marjorie. Fácilmente te llevó más de 200 años… — Emmett se detuvo y sonrió con ironía, despejó todas las ideas que no ayudaban en ese momento, y volvió a hablar — Te prometo que la voy a proteger, conozco hechiceros poderosos que podrán sellar su poder, nadie sabrá su verdadero origen, nadie lo sabrá, incluida ella. Eso es lo que quieres ¿no? Que viva con normalidad.
—¿Qué tan normal podrá vivir rodeada de demonios que tal vez la quieran matar todo el tiempo?
—Te juro por mi vida que nadie le pondrá un dedo encima.
Tanta solemnidad había en esa promesa, que Marjorie creyó en él, aunque aun había algo que le molestaba.
—Sus hijos serán medio demonios y medio…
—¿Crees que me importa la pureza de mi raza?
—Deberías, eres un heredero…
—El heredero es mi hermano mayor, yo me conformaré con tenerla a ella.
—¿Tu familia aceptará su unión?
Fue en ese momento que Emmett dudó, pensó en la única familia que tenía, en su hermano mayor, en Astor…
—Él pensará en mi felicidad.
Como madre, Marjorie no quería dejar ir a su hija, la preocupación no la dejaría descansar ni un solo día, pero sabía que su seguridad era más importante y era lo unico que ella no podía darle. Además, sabía que el tierno corazón de Eleanor para estas alturas estaba total e irrevocablemente enamorado de Emmett.
—Mi única condición es que cada año me permitas visitarla… Y que antes de que se vayan, le digas lo que eres en verdad. Necesita saber a lo que se enfrentará.
—Yo también pensaba hacerlo, esta misma noche hablaré con ella.
—Entonces, daré mi permiso y mis bendiciones.
—Tomaré lo primero, pero lo segundo te lo puedes quedar.
Emmett sonrió de manera burlona y desapareció de la vista de Marjorie.
Completamente sola, el corazón de la mujer se apachurraba y volteando al cielo sintió unas inmensas ganas de llorar, recordó días mejores y junto con ellos, al amor de su vida.
—Lo siento, Dalang, no pude protegerla. — murmuró para sí y para quién pensó la podría escuchar.
**
Emmett cumplió la promesa que le había hecho a Marjorie, cuando la noche cayó, invitó a Eleanor fuera de la cabaña para poder conversar en privado, la chica lo acompañó y extraño a lo que pensó, él no inició con promesas de estar juntos o el permiso de su madre, en cambio, comenzó recordándole una conversación que habían tenido cuando recién se conocieron.
—¿Te acuerdas cuando te dije que vivía al otro lado de las montañas Sininen?
—Sí, lo recuerdo.
—Dijiste que era imposible porque…
—Es una zona plagada de demonios.
—Así es… — Emmett suspiró y sonrió un poco nervioso, no podía negar que tenía cierto temor ante la reacción de ella, pero debía ser totalmente honesto.
—¿Emmett? — la voz de la chica lo trajo de nuevo a la realidad, se notaba preocupada, realmente no tenía ni la más mínima idea de lo que el hombre frente a ella realmente era.
—Eleanor, debo ser honesto contigo y comprenderé si después de esto me tienes miedo y no quieres venir conmigo, pero debo decirte que nunca, jamás te haría daño. Deseo estar a tu lado y cuidar de ti, por siempre.
—Emmett, ¿qué pasa? Me estás asustando… no entiendo nada.
—Creo que será más fácil mostrarte que… explicarlo con palabras.
—¿Mostrarme?
El chico se alejó de ella considerablemente, la miró una ultima vez y comenzó su transformación, sus extremidades se alargaron, su cabello creció aun más, en un momento, apareció un zorro enorme de color marrón de dos colas. Eleanor quedó quieta en su lugar, no entendía muy bien lo que sucedía, pronto recordó cuando conoció a Emmett y creyó entender lo que había presenciado en aquella ocasión.
—Esta es mi verdadera forma — resonó una voz gutural proveniente de Emmett, la chica lo miró extrañada.
—¿Eres tú? — preguntó y él asintió con la cabeza —Eres un demonio.
No fue una pregunta, por lo que Emmett no respondió y se quedaron en silencio.
—¿Me tienes miedo?
—¿Me harás daño?
—Jamás.
Eleanor se acercó despacio hacia él, el corazón le latía con prisa, sentía miedo mezclado con excitación, antes de por fin posar su mano sobre el pecho del enorme animal frente a ella, hizo una pausa, esperando la aprobación del chico, él solamente cerró los ojos y por fin la mano de Eleanor entró en contacto con su suave pelaje. Fue una conexión al instante y ella comprendió que no corría peligro.
Después de mostrar su verdadera forma, Emmett se aventuró a contarle más acerca de su familia, esta vez puso “realeza y demonio” en una misma oración, Eleanor no entendía muy bien a lo que se refería, por lo que no hizo muchas preguntas, el silencio de la chica puso nervioso a Emmett que pensó ya no quería seguir con él.
—Debo volver a casa y quiero que vengas conmigo. — le dijo, esperando una negativa.
—Iré — contestó Eleanor con rapidez, y causó una sonrisa en él.
—Vengo de una larga descendencia de demonios zorro, por lo que, naturalmente mi familia también lo es.
—Tu cuidarás de mi, ¿no?
—Con mi vida.
—Entonces, no habrá problema con que te acompañe. Solamente que debo hablar con mamá…
—Ella ha dado su permiso y… — dudo un poco en lo siguiente, pero al ver los ojos de la mujer frente a él, terminó de hablar — su bendición.
Eleanor no dijo nada, sonrió felizmente y se lanzó a los brazos de Emmett. Permanecieron unos segundos así, hasta que él la animó a que lo viera, entonces, tomándola suavemente por las mejillas, le besó los labios. Fue algo delicado, sumamente tierno. Era el primer beso de Eleanor.
Decidieron partir 10 días después de eso, para Emmett el viaje no presentaba mucho problema, pero estaba consiente que para una humana no sería especialmente fácil. Así que después de comprar algunas cosas como una carreta y dos caballos, se sintió listo para emprender el regreso a su hogar.
—Tienes que prometerme que cada año vendrás a verme, Eleanor. — le dijo su madre, con lagrimas en los ojos mientras la sostenía por los hombros.
—Lo prometo, madre.
—Cuídate mucho, hija. Si las cosas no resultaran, vuelve a casa.
—Todo saldrá bien, confío en Emmett…
Marjorie abrazó a su hija con fuerza y ambas lloraron por un largo rato, la pequeña Madeleine que apenas y entendía lo que pasaba, se abrazó a sus piernas llorando.
—Todo está listo — anunció Emmett mientras veía la despedida.
Eleanor fue la primera en separarse, se agachó a la altura de su hermana menor y le entregó un pañuelo.
—Consérvalo, para que me recuerdes siempre.
—Adiós, Ely.
Ambas hermanas se abrazaron con ternura y besaron sus mejillas. Después Eleanor se acercó a su madre, esta le entregó una pulsera con cuencas blancas.
—Úsala siempre, te amo, hija. — dijo y le besó la frente. — Ten buen viaje.
Eleanor no dijo nada más, el nudo en su garganta le impedía hablar, así que solamente se limitó a asentir, agarró la canasta con alimentos que su madre le había preparado y corrió hacia la carreta. Emmett no se acercó a despedirse, todo lo que se tenía que haber dicho, se dijo, solamente hizo un movimiento con la mano e inició el viaje.