—Tú debes ser Marisela, Celeste me ha hablado mucho de ti —dijo Leonora con una sonrisa, fingiendo que era la primera vez que se conocían.
Marisela no la desenmascaró y después de intercambiar algunas cortesías educadas con ella, miró hacia Celeste y le extendió su regalo.
—Feliz cumpleaños, que año tras año mantengas tu rostro radiante como una flor de loto, y que por mucho tiempo conserves esa sonrisa alegre —la felicitó Marisela.
Celeste lo recibió con una sonrisa y dijo: —Gracias Marisela, espero que nuestra amistad perdure para siempre...
Marisela mantenía una sonrisa en su rostro cuando Leonora intervino:
—Eres una de las pocas amigas que Celeste invitó, disfruta esta noche al máximo, que tengas una velada muy agradable.
Marisela se giró hacia ella, comprendiendo el significado detrás de esas palabras, y respondió:
—Me disculpo, señora, pero probablemente tenga que irme en un momento. Solo vine a entregarle el regalo a Celeste, tengo otros compromisos más tarde.
Leonora la escuch