—Lo siento, todo es por mi culpa, Lorenzo está así porque...
—No te culpo, tú también eres una víctima —dijo Eduardo.
Él había visto las heridas en el codo y las rodillas de Marisela, tratadas superficialmente con antiséptico, pero aún así se veían alarmantes.
—Lorenzo es un hombre, más resistente que tú. Si te hubieran atropellado a ti, probablemente habrías muerto en el acto —comentó Eduardo.
—¿Cómo está su condición? —preguntó Marisela.
—No corre peligro de muerte, aún está en cirugía de emergencia —respondió Eduardo.
Al escuchar esto, el cuerpo tenso de Marisela se relajó gradualmente, mientras apretaba los puños.
Por suerte...
Marisela miró fijamente hacia la puerta de la sala de emergencias. Si Lorenzo no lograba salir adelante, le debería la vida para siempre.
Y también a los Cárdenas: él era el heredero de los Cárdenas, si algo le pasara, ella no tendría forma de explicárselo a Eduardo...
En ese momento reflexionó, lamentando no haber levantado la cabeza para mirar alrededor an