Por supuesto, solo era un pensamiento. Cuando llegara el almuerzo tampoco tendría la cara dura para aprovecharse, ella acababa de salir del hospital y durante su estancia incluso necesitaba suero nutritivo.
—¿Cómo está la salud de Marisela? Cocinar también es trabajo físico —preguntó Ulises de paso.
—Se ve mucho mejor, ayer incluso trabajó todo el día —respondió Celeste.
—Qué rápido regresó al trabajo —dijo Ulises.
—Por qué no descansa unos días más, tampoco le falta ese dinero del trabajo. La compensación que Daniel le dio es suficiente para que viva sin preocupaciones toda la vida.
Celeste al escuchar esto, suspiró:
—Yo también se lo aconsejé, pero igual fue a trabajar. ¿Qué tiene esa pequeña empresa que valga la pena su esfuerzo? Le dije que viniera a los Bustamante conmigo y tampoco quiere.
Ulises no dijo nada, tampoco entendía por qué Marisela se esforzaba tanto. Una persona normal simplemente se habría relajado.
***
Los siguientes días, Marisela siguió trabajando normalmente, por