Manuel fue arrastrado hacia adelante por esa fuerza de toro, sus pies resbalaron y luego tuvo que frenar de emergencia, asustado hasta sudar la espalda.
¡Dios mío! Este señor Cárdenas solo se veía alto, tampoco muy corpulento, ¿cómo tenía tanta fuerza?
Manuel, como hombre de mediana edad que había engordado, pesaba unos 90 kilos, ¡pero casi no podía sujetar al hombre!
Manuel mientras tiraba y sudaba decía:
—Señor Cárdenas, señor Cárdenas, cálmese, si hay algo podemos hablarlo con tranquilidad...
—¡Hablar qué mierda, ahora mismo quiero partirle la cara a Matías! —gritó Lorenzo furioso.
Manuel sudó aún más.
Cada frase con groserías, además quería romperle la cabeza a alguien...
El señor Cárdenas estaba realmente muy enojado, y también muy aterrador.
Manuel no se atrevía a decir ni media palabra más, temía que el otro en su ira también lo golpeara a él, así que solo pudo hacerles señas urgentemente a Matías y Aurelio.
Pero Matías no le hizo caso, mientras que Aurelio sonrió incómodamente