—...Así es como lo amas —la garganta de Lorenzo se movió, su voz ronca.
Bajo el entrelazado de un dolor enorme y diversas emociones, finalmente todo se desvaneció por completo, convirtiéndose en amargura.
—Aunque él tenga problemas de carácter, aunque se acerque a ti con propósitos impuros, aunque al final puedas salir lastimada...
El rostro de Marisela era frío y severo, sin la menor emoción.
No respondió la primera frase, pero escogió responder la segunda:
—Dices que él tiene problemas de carácter, Lorenzo, ¿qué derecho tienes tú de decir eso?
—¿Acaso tu carácter es tan noble?
—Violencia psicológica durante el matrimonio, violencia doméstica, infidelidad, traer a la amante a casa, etcétera...
—Eres una completa basura humana.
Marisela dijo estas palabras con calma, pero cada una se clavaba como una aguja en el pecho de Lorenzo. Su corazón se convulsionó, su expresión se volvió dolorosa y sufriente, perdiendo todas sus fuerzas.
Tenía razón, Ulises era un bastardo, pero él era una best