Lorenzo todavía estaba en la cárcel sin ser liberado, ¿quién más mandaría a alguien a seguirla? Y además envió a una mujer.
Esto era solo una suposición suya, porque aún no tenía pruebas contundentes.
Mañana cuando fuera a trabajar y en la noche al salir observaría de nuevo, a ver si esa persona la seguía otra vez, si mañana también aparecía, entonces podría confirmarlo.
Marisela se alejó un poco, atrás, esa mujer también la siguió, solo que siempre mantuvo cierta distancia con ella, sin acercarse demasiado.
Isabella estaba esperando la oportunidad, siempre atenta a los movimientos de Marisela.
Sus ojos estaban fijos en el cabello de la otra, el cielo otra vez le estaba facilitando las cosas.
El cabello suelto era lo más fácil de arrancar sin que se diera cuenta, no como el que estaba recogido, que no se podía tocar.
Esperó hasta que el metro pasó por cuatro estaciones, finalmente, Isabella encontró el momento.
El teléfono de Marisela sonó, alguien la estaba llamando, ella contestó, y