—Bébelo, soy una persona decente, no usaría métodos tan despreciables.
La chica al escuchar esto tomó un par de sorbos ligeros para humedecer su garganta, y luego se sentó tranquilamente.
—Hace un momento vi que estabas abrumada, aunque no nos habíamos puesto de acuerdo antes, nos complementamos bastante bien —dijo Germán apoyándose en la barandilla mientras la miraba.
—Gracias —dijo la chica.
Bajó un poco la voz, Germán no notó nada extraño y sonrió:
—Fue solo un pequeño favor, me alegra poder ayudarte.
La conversación parecía terminar ahí, pero Germán era experto, los temas de conversación le salían naturalmente.
—Vi tu primer baile, en el tercer compás, si pudieras dar media vuelta más, sería aún más hermoso —dijo.
No usó palabras elaboradas para halagar o engatusar, ni le dijo qué tan perfectos eran sus pasos o qué tan seductora era su figura.
En cambio, señaló "problemas", como si simplemente estuvieran discutiendo sobre baile.
Porque la forma de cortejar a alguien que nunca había