Todo este razonamiento, no era que él no lo supiera, no era que fuera tonto y no pudiera pensarlo. Al menos después, cuando vio claramente cómo era Isabella y despertó, sí podía darse cuenta.
Él simplemente estaba—
Evadiendo responsabilidades, nada más.
Quería librarse, quería tener una excusa, quería tener una razón para ser perdonado ante Marisela.
Ahora, que lo detuvieran diez días, lo aceptaba.
Aunque fuera un año de cárcel, también lo aceptaría.
Solo quería que Marisela no pensara que él quería matarla. Él realmente, lo juraba, nunca quiso hacerle daño.
En cuanto a la persona que realmente quería dañarla...
—Aurelio —Lorenzo se recompuso, y sus ojos volvieron a volverse fríos y severos.
—Durante estos días que esté en el centro de detención, vigila cada movimiento de Isabella. No permitas que escape a otra ciudad o incluso al extranjero.
Aurelio entendió y dijo:
—Entonces buscaré directamente a un abogado para redactar la demanda correspondiente.
—Por ahora solo vigílala —dijo Lor