—No es necesario. Para proyectos importantes, que se decida en junta de accionistas. Para proyectos pequeños, que los ejecutivos decidan directamente. Si realmente hay algo que necesite su aprobación, tráemelo a mí.
Ahora el mayordomo no tenía nada que decir, y después se puso a pensar en otras excusas para ir a sacar al señor.
Pero antes de que pudiera pensar en algo, escuchó a Eduardo decir otra vez:
—Llama a Marisela.
Mayordomo: —Sí.
Sacó su celular para marcar, pero en el último momento Eduardo dijo:
—Olvídalo, no llames. No tengo cara para eso...
No era que quisiera interceder por Lorenzo, ni que quisiera pedirle que firmara una carta de perdón, sino que quería ayudar a disculparse.
Pero...
Ahora hasta buscarla le daba vergüenza.
Ya de por sí él le había fallado a esa niña, obligándola a casarse con su nieto, y después había sufrido tantas veces...
Esta vez Marisela fue directamente a la policía, y en la estación no le avisó a él. Entendía lo que eso significaba: no quería que él