—Vaya, cierta persona es contradictoria, superficialmente se deslinda de toda relación con aires de rectitud, ¿pero en realidad por detrás le envía regalos a escondidas?
Ulises suspiró resignado.
Efectivamente había pensado en comprarle algo a Marisela, pero ¿no era que aún no había comprado nada?
Le había pedido a Celeste que comprara algo y él pagaría, pero en lugar de recibir la información de reembolso de su hermana, resultaba que le decía que él ya había comprado algo.
Ulises se movió hacia un lado y volvió a mirar otra vez.
Si no lo había comprado él, ¿entonces quién?
—Oye, si regalas algo, regálalo, yo no me voy a burlar de ti. En serio, ¿es necesario que me lo ocultes? —al ver a su amigo dándole la espalda, Germán negó con la cabeza sin entender.
—No lo compré yo, Celeste se equivocó —dijo Ulises.
La intención de su hermana era muy clara: alguien había enviado secretamente una bolsa a Marisela bajo la excusa de un premio, valorada en cien mil dólares. Solo se aprovechaban de qu