Ulises levantó la cabeza, luego la bajó, pinchó el último trozo de bistec y se lo comió.
—No tengo curiosidad, no tiene nada que ver conmigo —Ulises se limpió la boca elegantemente con la servilleta, hablando con voz tranquila.
Germán arqueó las cejas: —Vaya, por cómo te vi pensando hace un momento, creí que tenías mucha curiosidad.
—Solo es la primera vez que escucho que tuvieron un matrimonio por contrato de dos años, me pareció extraño —le respondió Ulises.
Germán sonrió ligeramente, no continuó con el tema. Terminaron de comer y Ulises pagó la cuenta proactivamente.
—Gracias, hermano, la próxima te invito yo —dijo Germán.
—No es necesario —respondió Ulises.
—Vaya, ¿no vienes? Marisela dijo que quería invitarme a un banquete de agradecimiento, puedo llevarte —sonrió Germán.
Ulises se quedó callado por medio segundo.
—No es que me invite a mí, no voy —dijo sin expresión.
Salió del restaurante, Germán miró su espalda, ¿cómo era que esas palabras sonaban como si estuviera molesto?
—Tú