—Celeste, ¿cómo crees que Eduardo se enteró de lo que pasó esta noche? —preguntó Marisela frunciendo el ceño.
Celeste le respondió:
—Pues por Lorenzo, obviamente. Como siempre te está acosando, Eduardo lo tiene vigilado.
—¿Y tú cómo sabes eso? —inquirió Marisela.
Celeste vaciló un momento, girando la cabeza para disimular su nerviosismo:
—Eh, solo lo estoy adivinando. Seguramente es así.
Celeste había escuchado cuando Ulises habló por teléfono en la comisaría, mencionando que varios guardaespaldas lo vigilaban como si fuera un prisionero.
No sentía ninguna compasión por él; al contrario, pensaba que se lo merecía. De otra manera, conociendo su comportamiento obsesivo, seguramente estaría acosando a Marisela en la oficina todos los días.
En el sofá.
Marisela se sentó abrazando sus rodillas, mirando una película que ya había empezado.
Solo le extrañaba cómo Eduardo se había enterado, pero no le sorprendía que Lorenzo lo supiera, pues Isabella lo había llamado para pedirle dinero.
—
En la