Después de decir eso, colgó el teléfono, dejando a Ulises en silencio.
No solo su hermana se negaba a ir, sino que además insinuaba una burla despiadada: Te pasa por no conseguirte una cuñada antes. Soltero y rogando por todos lados.
Ulises suspiró resignado.
Esta hermana era insoportable, demasiado cruel.
Cerca de la hora de salida, Celeste, muy contenta, tomó su bolso y salió media hora antes. ¿Y por qué tenía tanto descaro?
Porque la empresa era de su familia. Ella era la señorita Bustamante y trabajar solo era una forma de pasar el tiempo, ya que no quería participar en las aburridas reuniones de té con las demás socialités.
Condujo directamente hasta la empresa donde trabajaba Marisela, y hasta compró pastelitos para sorprenderla.
En ese momento, en el departamento de diseño...
Celeste, con su lujoso bolso de marca, un vestido elegante y costoso, tacones de aguja y un aura de distinción que emanaba de todo su ser, preguntó a una empleada cerca de la puerta dónde encontrar a Marise