—El inocente no teme, si insistes en acusarme así, no tengo nada más que decir —respondió Ulises con calma ante la furia de Lorenzo.
—Como extraño, ¿por qué debería revelar información de alguien que no conozco? Incluso si me demandaras, el juez estaría de mi lado —argumentó con convicción.
—¡Puede que no la conozcas, pero yo sí! ¿No podrías ponerte de mi lado? ¿Por qué hacerme las cosas difíciles? —exclamó Lorenzo indignado.
—No estoy del lado de nadie, solo del lado de la justicia y la equidad —respondió Ulises con aires de virtud.
—¡Tú...! —Lorenzo estaba furioso; ver ese teatro le daban ganas de golpearlo.
¡Ulises era un maldito pretencioso! ¿Se creía algún santo? ¿Un ángel enviado a la tierra para difundir amor y justicia?
Los empleados de ambas partes observaban confundidos. ¿Conocía o no el señor Bustamante a la esposa del señor Cárdenas? Él lo negaba, pero el señor Cárdenas le exigía información sobre ella.
Lo único claro era que el señor Bustamante definitivamente sabía algo s