Lorenzo ya había encontrado su lugar de trabajo. ¿Sabría también en qué empresa se había empleado?Si era así, no podría ocultárselo a Matías y los demás. Con su personalidad obsesiva, Lorenzo seguramente armaría un escándalo.
A pesar de estar divorciados, a pesar de haberle aclarado todo anoche, él seguía acosándola. ¿Acaso quería atormentarla toda la vida? ¿Hacerla servir a él y a Isabella?
Al pensarlo, Marisela apretó los dientes, su rostro encendiéndose de ira.
¿Lorenzo realmente quería llevarla al límite?
Hacerle imposible establecerse en San Miguel del Monte.
Mientras tanto, en la planta baja del edificio de oficinas.
Había pasado más de media hora. Los ojos de Aurelio estaban tan abiertos que parecían campanas de bronce, casi doloridos de tanto mirar, sin haber visto ni rastro de la señora.
—Señor Cárdenas, hay muchas empresas aquí y sus horarios de salida varían. Algunos trabajan hasta las diez —comentó Aurelio.
—¡Entonces esperaremos hasta las diez! —declaró Lorenzo con expresi