Capítulo 315
—No hay prisa. Regresamos primero a la habitación y yo te ayudo a aplicar más el ungüento —dijo el hombre.

La pequeña cara de Celeste ya se puso tan roja como un tomate.

¡¿Cómo podía ese hombre tener la caradura de decir esas palabras?!

—No necesito tu ayuda, ay, ¡mejor vete a la oficina!

Sin querer, Celeste vio a Andrés parado en el jardín mirando la hora, con prisa pero sin atreverse a entrar a apurarlo. Así que ella lo empujó suavemente en el pecho y lo urgió:

—Rápido, Andrés te está esperando, mejor vete ya.

No paraba de insistir en que se fuera, ¿cómo era posible que una persona tan inteligente como Lorenzo no se diera cuenta de sus verdaderas intenciones?

Su apuesta cara se oscureció súbitamente y la interrogó:

—Celeste, ¿odias tanto estar conmigo?

Celeste se sintió un poco abrumada, ya que él había descubierto su plan:

—Tengo que trabajar en casa.

De verdad no podía entender que, ellos ya se quedaban juntos todas las noches, ¿por qué este insistió en pedirle que lo acompañara t
Continue lendo este livro gratuitamente
Digitalize o código para baixar o App
Explore e leia boas novelas gratuitamente
Acesso gratuito a um vasto número de boas novelas no aplicativo BueNovela. Baixe os livros que você gosta e leia em qualquer lugar e a qualquer hora.
Leia livros gratuitamente no aplicativo
Digitalize o código para ler no App