Su boca se deslizó a lo largo de su garganta y Aisha no pudo evitar jadear receptiva.
Sin embargo, podía escuchar el sonido de los pasos de la gente yendo y viniendo.
Aquel día era muy importante para la manada, y todos estaban asegurándose de que fuera perfecto.
Y ahí estaba ella, seduciendo a quien sería su Alfa.
Sus manos se dirigieron a sus hombros anchos buscando alejarlo, alzó la cabeza conectando sus ojos con los suyos, donde pudo ver la pasión ardiente, que logró estremecerla.
—Kieran, no podemos hacer esto, mucho menos a esta hora, alguien podría entrar…
Su propia voz la traicionó.
El temblor de esta solo indicaba lo caliente que estaba.
Kieran sonrió mientras arrastraba su boca desde su cuello hasta su clavícula y después hasta el valle de sus senos donde la escuchó contener el aliento.
Aquella conexión entre ellos era palpable, lo que llevó a Aisha a rendirse entre sus brazos, cuando la sostuvo más de cerca, sus manos grandes y firmes, aferrándose a su pequeña cintura.
—Ser