Estaba nerviosa, no podía evitar estarlo.
Kieran se había ido a regañadientes y ahora ella se miraba al espejo después de colocarse el impresionante vestido que él mismo le había comprado. La pieza era impresionante y se amoldaba a su figura resaltando los atributos que tenía, los tonos de este eran de color celeste.
Aún le faltaba maquillarse y arreglarse el pelo, pero se veía preciosa, una sonrisa se expandió por su rostro al recordar las palabras que Kieran le había dedicado antes haciéndola sentir más segura y hermosa.
Después de todo, aunque ella no era su compañera, él había escogido entre todas las hembras de la manada.
Sabía que esa noche era muy importante para Kieran y que él lo hubiera hecho especial para ella también, la hacía sentir importante en su vida.
La calidez que golpeó su vientre despertó en ella algo intenso. Enderezó sus hombros, alzando la barbilla. Esa noche tenía que demostrar la hembra que era y no volvería doblegarse, ni avergonzarse de su procedencia, como