Todo en aquel lugar parecía estar perfecto. La atmósfera era eléctrica. Todos los ojos estaban puestos sobre su nuevo Alfa, sin embargo, las orbes de él estaban solo en una persona.
Su hembra.
Aisha podía sentir el peso de su mirada logrando que su cuerpo respondiera pero se esforzó para disimular un poco más aunque en su cabeza solo podía recordar lo increíblemente guapo que estaba Kieran.
Lo anhelaba cerca.
Quería ser quien estuviera a su lado.
Distrayéndola de sus pensamientos sobre Kieran, un macho se acercó a la mesa de la comida y sus nudillos rozaron el dorso de su mano. Acto seguido, Aisha apartó la mano, alzando la mirada hasta él. Nunca antes lo había visto, su entrecejo se frunció ligeramente en el momento que él le sonrió.
—Disculpe, señorita.
Cualquier otra persona hubiera dicho que tenía modales exquisitos, aunque para ella, había algo en él que le parecía incómodo. Poseía un aura que la traía y la repugnaba al mismo tiempo, ni siquiera sabía cómo explicarlo, pero fingi