—Es tu noche, no pienses en nada más que en eso.
Su cuerpo está desesperado por sentirlo, sin embargo, su parte racional la hizo querer mantener su compostura pero la mirada intensa de Kieran no le daba tregua.
De repente, eliminó la distancia entre los dos, ella se estremeció al ver a su lobo en el borde de sus ojos, como si estuviera amenazando con salir.
Antes de qué pudiera articular una palabra, el macho se inclinó atrapando su boca con la suya en un beso voraz, descarnado que la sacudió. Instintivamente, correspondió a este y sus brazos se cerraron alrededor de su cuello gimiendo en su boca pero nuevamente se recordó dónde estaban, en unos momentos sería su coronación y él estaba allí, acorralándola en una de las habitaciones de su casa.
Su cuerpo firmemente ceñido al suyo la estaba volviendo loca pero aún así fue ella la que se apartó de sus labios primero haciéndolo gruñir en protesta.
—Eres mía, Aisha. No quiero que otro macho vuelva a tocarte —afirmó de manera posesiva.
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