El comedor estaba tranquilo a esa hora. La mayoría del personal del instituto ya había terminado de almorzar y solo quedaban unas cuantas mesas ocupadas. La sesión con el grupo de trabajo de ese día se había extendido más de lo previsto, y por eso Gemma y Sebastian terminaron las pruebas un poco más tarde de lo planeado.
Gemma acomodó su bandeja sobre la mesa y se sentó. Segundos después, Sebastian ocupó el lugar frente a ella.
—Eso fue bastante bien —comentó Gemma mientras cortaba el filete de pollo en pequeños trozos—. Aunque tengo algunas observaciones sobre uno de los miembros del grupo.
—¿El retraído?
Gemma asintió.
—Sí. Me preocupa que no logre abrirse lo suficiente como para confiarnos sus traumas. Es comprensible, no todos pueden hablar de lo que sienten con facilidad; a veces toma semanas o incluso meses obtener información de pacientes que han pasado por algo parecido, incluso si aceptan participar en un proyecto como este. Sin embargo, en este caso tendremos que encontrar l