Gemma se detuvo frente a la puerta de la sala de reuniones del departamento de ciencias biológicas con una sonrisa en el rostro. Odiaba que su fin de semana idílico hubiera llegado a su fin, pero el solo recordarlo mantenía su buen humor. Quizás Sebastian y él podían repetirlo pronto.
El murmullo que llenaba la sala se cortó de golpe cuando ella entró en la sala. Por un instante pensó que quizá había imaginado aquel súbito silencio, e intentó mantener su sonrisa. Sin embargo, la manera en que varias miradas se desviaron hacia la mesa o hacia las carpetas fue demasiado evidente como para ignorarlo.
No tenía idea de lo que estaba sucediendo, pero tenía el presentimiento de que no era nada bueno y obviamente estaba relacionado a ella.
Pese a todo, saludó a todos con una sonrisa cordial, intentando mantener la naturalidad, y recibió algunas respuestas rápidas y mecánicas. Una incomodidad sutil comenzó a instalarse en su pecho y sintió las ganas irrefrenables de dar la vuelta y salir de al