Mundo ficciónIniciar sesiónAileen murmuró una maldición mientras se agachaba a quitar el candado de la bicicleta, el aire se le escapaba por la nariz con fuerza, los dientes apretados, había sido él. Otra vez él, no necesitaba pruebas, lo sabía, Masón y su grupo eran como un virus constante en su vida, cerró los ojos y apretó la mandíbula.
— Maldito imbécil. — masculló con furia, luchando por abrir el seguro oxidado mientras trataba de no pensar en lo mucho que dolía sentirse sola en ese momento.
A unos metros, Masón terminó de reírse con sus amigos y volteó, solo entonces pareció entender qué pasaba.
— ¿Tu llanta otra vez? — pregunt&oa







