Paul
No sé como pude aguantarme durante todo el vuelto hasta París sin delatarme a mí mismo y a mis planes. Hacía ya unos días que me rondaba por la cabeza sorprender a Marina. Sé que le debieron de gustar el juego de gargantilla y aretes a juego en aguamarina, pero pienso que a ella le gustará mucho más este plan, ella es mucho menos materialista. Estoy seguro de que le va a encantar.
Quien me iba a decir que dos semanas después del viaje al que no me apetecía para nada asistir, me iba a encontrar con la que creo y estoy absolutamente convencido, de que es la mujer de mi vida. Aún no sé lo que siento al cien por cien, solo sé que quiero estar con ella, pegado a ella todo el día si hace falta. Cuando ella no está lo paso mal, pienso en ella a cada momento, hasta en lo más tonto como por ejemplo cuando usó mi pasta de dientes porque había olvidado la suya en la isla, y me sermoneó por encontrarse el tubo de pasta de dientes estrujado y retorcido hasta lo imposible. ¡Ja! Recordarlo me