Después del episodio con el policía, Ladislao empezó a evitar ese bar. A veces se quedaba a comer un sándwich en su oficina y a veces se salteaba el almuerzo.
Un día, decidió que su temor era supersticioso y ridículo. Finalmente, no había pasado nada. Decidió volver al bar.
El policía morocho estaba en la barra. Ladislao trató se ignorarlo pero en cuanto fue al baño, se lo encontró tras él
-¿Qué pasa ahora? ¿Qué ley infringí?
-Ninguna. Te tengo que decir algo.
-No tengo mucho tiempo.
-Es importante.
-A ver, que pasa…
-Fue tu hermano, el coronel Alcázar el que me mandó a detenerte.
Ladislao frunció el entrecejo, incrédulo.
-¿Qué dec&iacut