Naia
El trayecto en el coche fue un suplicio. Cada vez que el motor rugía, sentía que mi rabia aumentaba un grado más. Me miraba en el pequeño espejo del bolso, retocando mis labios con el color más encendido que encontré, como si eso pudiera servirme de armadura estaba furiosa, humillada y, sobre todo, profundamente herida.
La imagen de Cristal presumiendo su vestido nuevo comprado con el dinero de Artem se repetía en mi mente como una película de terror.
El coche se detuvo frente a un edificio que dejaba al mío como una simple casa de huéspedes. Era una torre de cristal negro que parecía tocar las nubes la seguridad era asfixiante guardias con auriculares y rostros de piedra nos escoltaron hasta el ascensor.
El chófer marcó un código complejo en el panel táctil y las puertas se cerraron suavemente.
Cuando el ascensor se abrió, no esperé a que el pasillo estuviera despejado salí con el fuego quemándome en la mirada el Penthouse era impresionante, pero solo tenía ojos para él Art